lunes, 6 de julio de 2015

Agradeciendo a cada uno de mis maestros

A MIS MAESTROS

Hoy 6 de julio se celebra el día del maestro en  el Perú, pues cada país tiene fechas distintas como festividad para las personas que hacen de la enseñanza su trabajo habitual, a las que llamamos maestros, catedráticos y/o profesores.
Desde 1943, la Primera Conferencia de Ministros y Directores de Educación de las Repúblicas Americanas, propuso el 11 de setiembre como fecha unificada para todo el continente a fin de celebrar el día del maestro, en memoria del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, educador y estadista argentino, sin embargo todos los países del continente, a excepción de Argentina decidieron cambiar de fecha (Brandariz, 2015).
En esta fecha tan especial, muchos centros educativos tienen a bien realizar una ceremonia, entrega de presentes u otro modo de agasajo, como formas de agradecimiento hacia sus profesores, por el trabajo que vienen realizando día a día, en beneficio de su educación, tanto en conocimiento como en formación de persona.
Tengo recuerdos de mis profesoras de Inicial, donde una de ellas tenía el mismo nombre que yo: la profesora Luz; la recuerdo como una persona mayor a los 45 años, pero que tenía mucha paciencia para trabajar con niños de 5 años.


Recuerdos de mis profesoras de primaria de la Escuela Particular Adventista Unión Miraflores - Lima: Cecilia Godoy y Jacoba Hinostroza, esta última, profesora entre 40 y 50 años, que compartió todos los cursos de formación en conocimiento, una profesora recta, que en alguna ocasión tuvo a bien llamarme la atención por lo inquieta o amiguera que era en aula, más nunca tuvo una queja en cuanto a mi rendimiento académico. La miss Susana una maestra joven, de rostro redondo, que se encargó de mi formación en deporte y música, muy cariñosa con los niños, pero a la vez exigente, porque con el toque de una varita en las pantorrillas tranquilizaba a los alumnos; sin embargo, en mi recuerdo esta ella sonriente, con la puerta de su gabinete abierta, dispuesta a ser una maestra - amiga de cualquier alumno.
Después de 28 años y de mi desarrollo profesional, miro hacia atrás y a pesar de las llamadas de atención que alguna vez me hicieron, puedo decir que ambas maestras tenían paciencia, bondad, amor por sus alumnos; a mi parecer poseían atributos del carácter de Cristo y que todo maestro debe tener para con los menores de edad en su trabajo diario, pues deben manifestar la justicia y la paz del Salvador  (White, 1934). Antes de terminar con mí relación de docentes en educación primaria debo mencionar al alegre y paciente profesor Raúl Astoray, que tuvo a bien la formación espiritual de mi vida en los últimos años de primaria y que fue quien se encargó de darme los estudios bíblicos para aceptar a Cristo en mi corazón. Otra de las conclusiones que tengo hoy, es que esta escuela me brindo una formación integral: mental, físico, espiritual y social, con la ayuda de sus maestras y maestros.
Los 5 años de educación secundaria fueron en el Colegio Renán Elías Olivera – Chiclayo, los recuerdos vienen a mi mente como si fueran ayer. Sin embargo, algunos se hicieron destacar más por ciertas cualidades: la miss Ruth, una maestra joven, de voz ronca, buena en matemática, con carácter firme, pero que terminó siendo la compañera, cómplice en nuestro de viaje de promoción y tuvo la valentía de suspenderme del colegio por una travesura; la miss Olga Vasallo y la miss Angélica que se encargaron de enseñarnos el correcto uso de las palabras y toda la serie de obras literarias que no eran de mi gusto leerlas; la miss Yalud Castro, que con su tono inconfundible de voz y gritando “alumno” trataba de poner orden en el aula, para aprender algo de religión, curso en el que tenía problemas, porque dejaba de tarea redactar el evangelio de misa dominical, que no concordaba con el evangelio que yo había escuchado, por ser de otra denominación religiosa, así que siempre sacaba ventaja en ese sentido; el profesor Piccini, que nos hacía saltar, coreografías, jugar voley y uno que otro deporte, el profesor Garavito que nos llenaba el cuaderno de ejercicios de matemática y con su frase popular "los cinco primeros". Me pasaría nombrando a todos mis profesores de secundaria, pues todos fueron muy buenas personas y de las cuales tengo lindos, buenos, alegres y créanme nostálgicos recuerdos; si hoy me los cruzara por alguna calle, los abrazaría y les diría “gracias”, porque aún con sus virtudes en conocimiento y errores como humanos, hoy soy una profesional al igual que mis compañeros de promoción.

A lo largo de la educación primaria y secundaria me tocaron profesores muy exigentes en el área de matemática y eso contribuyó a mi interés por los cursos de números y mi futura formación profesional.
¿Y en la universidad? Encontramos de todo. En pre grado, profesores que no conocen ni saben el porque están allí, que sólo les interesa el fin político, y que poco o nada aprendí de ellos, más que pura justificación a sus ausencias o traducir libros y pasarnos todas las clases exponiendo, porque el profesor no tenía tiempo para preparar sus clases. Sin embargo debo rescatar a dos profesores: La profesora Débora Mejía, joven, soltera en ese tiempo, exigente en que los alumnos lean, sonriente en algunos momentos, conversadora, pero fue la persona que me dio ese toque inicial que todos necesitamos para agarrar el gusto a la formación profesional, y al profesor Víctor Chung, joven, soltero y siempre lo he dicho: muy inteligente, pues conocía todo lo referente a la especialidad, dispuesto aprender más, aun cuando otros docentes de mayor grado académico no conocían ciertos temas, él tendría la respuesta o el método científico adecuado frente a una situación problemática, un profesor que ponía retos a sus alumnos y creo yo, me incentivó a leer (algo que ya me gustaba), pero a leer más para responderle y crear discusión científica en clase; puedo decir que fue él quien me dio el toque final para decir: esta es mi carrera, esta es mi formación profesional; entonces termine estadística y me dedicaré a enseñar.

He tenido muchos profesores, pero pocos han sido maestros y es que un maestro no solo se encarga de la formación en conocimiento, sino en el desarrollo de un carácter justo; amoldando la mente de sus alumnos, sin desanimar a los niños y jóvenes, sino que va preparándolos para el servicio, con principios firmes, que a través de un rostro de expresión agradable, una voz suave y modales corteses, atraen a sus alumnos, recordando que están realizando una obra de toda la vida y para la eternidad  (Nuñez, 2007)
No quiero terminar de escribir, sin mencionar a mis padres, quienes fueron mis primeros maestros, que sin recibir una instrucción en aulas, se encargaron de mi formación integral. Desde que fui concebida mi madre se encargó de enseñarme de Dios, de enseñarme las primeras letras, a sumar , restar, alimentación, plantas, etc. Sobre la formación de carácter ambos padres se encargaron, mi padre con su paciencia y ejemplo busca que tenga buen carácter y sea temperante, mi madre con su rectitud busca que sea firme, haciendo lo mejor en lo que emprenda; ambos se encargaron de buscar mi desarrollo físico, enseñándome a manejar bicicleta, llevándome a clases de natación, gimnasia, etc. 



Hoy, tengo a bien dedicarme a la docencia universitaria y aún escucho o leo un simpático “miss” que me hace sentir que no solo soy docente, sino que en algo he contribuido a su formación como persona.

Tengo una hija que espero algún día me llame maestra o como a veces entre juegos me dice: profesora. Es mi deber ayudarla en su formación integral como lo hicieron mis padres conmigo. Agradecer a las tres maestras que hasta el momento han tenido a bien contribuir en la educación y formación integral de mi hija, por eso hasta hoy no escucho a mi hija decir: no quiero ir a mi colegio, significando que quiere mucho a sus maestras y que al revisar su avance académico, espiritual y deportivo puedo decir: va por buen camino. 

Finalmente, todo aquel que aspire a ser un maestro, debe estar preparado constantemente para aprender y enseñar, cultivando un carácter equilibrado y pedir al cielo ser dotado de altas cualidades morales. FELIZ DÍA DEL MAESTRO.

Brandariz, G. A. (06 de julio de 2015). Poéticas. Obtenido de Conferencia pronunciada el 5 de noviembre de 1997 en un acto organizado por la Asociación Sarmientina: http://www.poeticas.com.ar/general/domingo-faustino-sarmiento/
Nuñez, M. (2007). El Rol del Maestro Cristiano. Lima: Imprenta Unión de la Universidad Peruana Unión.
White, E. d. (1934). Consejo para los maestros. Buenos Aires: ACES.


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